Sálvate tú

 Como cuando dan las indicaciones de seguridad en los aviones y nos dicen que nos pongamos primero la máscara de oxígeno antes de querer ponérsela a alguien más, así. No he encontrado una mejor manera de explicar esta idea.


Renunciar a nuestros sueños, motivaciones y hasta a nuestras necesidades básicas por anteponer las de otros no es generosidad, es atentar contra nuestra esencia y existencia.  

Cuestionar nuestro concepto personal de generosidad es algo que puede ser muy incómodo porque tenemos que aceptar que a veces caemos en la trampa de creer que somos la solución o la cura mágica para los problemas de alguien. Es ahí cuando entendemos que el complejo de salvador existe y que es algo que puede hacer sentir muy bien al ego, pero que es muy dañino para el alma.

Al atentar contra nosotros por pretender salvar a otros, se abre una ausencia constante. Empezamos a sentir que el mundo y los demás nos deben todo eso que les dimos y que al no tener en cantidad, sentimos perdido.

En ocasiones también damos para sentir que al encargarnos tanto de otros, ya no debemos hacernos cargo de nosotros mismos y caemos en la ilusión de estar cumpliendo con la cuota de responsabilidad que nos significa estar vivos. Descargamos el peso personal de ser en otros y casi que vivimos a través de ellos.

No te corresponde salvar a nadie. No te corresponde cargar con el peso de nadie. La existencia es individual porque cada uno de nosotros debe ser responsable de sí mismo. Si vives salvando a otros, ¿quién te va a salvar a ti? Sálvate tú -primero-

Comentarios

Entradas populares